
Fotoreporteros mexicanos con prestigio ganado a pulso en el ámbito periodístico nacional e internacional disertaron en Mazatlán sobre la función social, retos y limitaciones del fotoperiodismo actual en México.
Con varios premios que avalan su experiencia en el manejo de la fotografía documental en México, Ulises Castellanos, Daniel Aguilar, Héctor Guerrero y Rafael del Río, coincidieron en la necesidad de profesionalizar el trabajo de los fotoreporteros y capacitar a los editores de fotografía pues “con tanta basura visual” se confunde al lector.
Subrayaron la conveniencia de hacer una autocrítica seria de la información emitida a través de las fotos periodísticas porque las imágenes no siempre tienen que ser tan obvias.
Es cuestión de analizar el tema, investigar, planear la cobertura, procesar la información y traducirla en imágenes cargadas de contenido visual sin descuidar la estética.
Con largo camino andado en el manejo de la fotografía documental, los expositores cumplieron con creces las expectativas del V Simposio Internacional de Fotografía Mazatlán Interactivo 2009, celebrado en esta ciudad del 23 al 26 de septiembre.
En la mesa redonda efectuada en el auditorio del Museo de Arte, Rafael del Río recomendó a los fotoperiodistas no dejar de contar historias y documentar los hechos a través de imágenes, aunque los diarios no las publiquen.
Héctor Guerrero habló sobre lo difícil que resulta desarrollar proyectos personales de fotografía documental en los medios impresos, pues al ser empresas en ocasiones predominan los criterios comerciales y publicitarios sobre el contenido editorial.
Más optimista Daniel Aguilar consideró absurdo hablar de censura fotográfica en México porque afortunadamente el internet brinda la oportunidad de publicar fotos sin restricciones.
Ulises Castellanos criticó que aún existan empresas periodísticas administradas bajo criterios arcaicos, en donde el fotoreportero es tratado como obrero y es obligado a checar la hora de entrada a las ocho de la mañana para cumplir órdenes de trabajo que incluyen la cobertura de hasta diez eventos al día.
“Eso no es vida ni remotamente digno y lo único que están haciendo en matar las neuronas y la iniciativa del reportero porque no le dan la oportunidad de crear y desarrollar sus propios proyectos”, enfatizó.
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